jueves, 27 de agosto de 2009

Cuento.

Era una vez un corsel... de buen linaje... de un color vivo y feliz... galopaba las montañas de las dudas con soberbia, se preocupaba de los pequeños potros que lo intentaban seguir... buscaba a quien le diera montura, para sentirse libre con su alma, el pensaba que solo con alguien que lo guiara podría estar completo... este caballo no sabia sonreír, su madre nunca se lo enseño... pero se sentía feliz, hablaba con animales... con gente que lo quería y le acariciaba la nariz...

Este corsel había escuchado una vez del cocodrilo, que reírse era genial, pero no le dio mayor importancia ya que el cocodrilo no era de su agrado... el cocodrilo asesinaba a las demás criaturas para entretenerse, mataba lo que fuera con tal de sonreír, era burlón, era macabro... se satisfacía solo... el cocodrilo una vez se justifico diciendo que los sentimientos de los demás animales eran iguales al de él... que todos trataban de vivir bien consigo mismo... lo condenaron a 100 años en un río ya seco donde solo había tierra agrietada y hormigas para comer... se hizo amigo del lagarto demonio, que muy discriminado llevaba mucho tiempo en esa prisión...

Al pasar el tiempo... diferentes corazones habían montado al corsel y ya no le era sorprendente, había aprendido bien de su padre el cabalgar pero ya no había nada nuevo... su linaje ya no se notaba, el ya no corría con la cabeza en alto y las orejas erguidas, simplemente caminaba lento con la cabeza baja, levantandola solo para mirar como los demás potros habían crecido y galopaban felices...
Un día empezó a llover, fue un diluvio de nunca acabar... no parecía que fuera a parar de llover... el agua cayó precipitándose como malos ratos sobre el corsel... después de unos años las montañas podridas ya no le parecían las mismas de tan mojadas que estaban... era algo extraño, cuando era solo un potrillo le encantaba correr bajo la lluvia, debió ser que la monotonía de la misma lo cansó...
Este caballo se negó a las esperanzas, el aburrimiento lo empezó a engordar y se embriagaba con la sabia de ciertos arboles cuyas frutas estaban prohibidas... buscó refugio en cavernas llenas de humo, cavernicolas estúpidos lo molestaron y eso a este corsel le producía repulsión... empezó a dejar de creer en alguien que supiera galoparlo... ya no se acordaba de la sensacion del viento en su melena cuando corría triunfante por los prados...
El no recordar las lindas sensaciones, solo dejaron las frustraciones resaltadas por la constante lluvia que caía... empezó a sentirse diferente, pero no se dio cuenta... sus facciones cambiaron, tenia ojeras y sus amigos monos un día lo vieron tratando de capear la lluvia bajo un árbol... le preguntaron si era el (ya que no lograban reconocerlo bien)... el caballo estaba tan molesto por tener las patas tan mojadas que insultó a los monos, el no quería hacerles daño... simplemente estaba enojado! hubo momentos en que se acordaba del cocodrilo, le causaba curiosidad...
Un día el caballo se convirtió a un color negro... el antes era labanda... se convirtió maligno... cultivo el odio como arma y el arribismo como escudo... ya no creía en nada, se dio cuenta de lo vacío que era creer... ese día salio el sol con toda su fuerza... ese día dejo de llover... el caballo alzo sus orejas otra vez, escucho la gran cascada después de la colina, antes no la podía escuchar por el ruido de la lluvia, abrió bien grande sus ojos serios casi enojados con su mundo lleno de criaturas que saltaban por los montes... miró hacia adelante, vio el pasto que brillaba verde otra vez en frente de él... corrió... no lo pensó mas... no necesito a nadie... solo corrió hacia la cascada, sintió el viento en su melena roja... el agua saltaba de su cabeza... sintió sus patas enterrándose entre el pasto aun mojado... sintió una necesidad de caer por el barranco, él sintió que podia volar... el caballo se lanzó... y por primera vez se rió.

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